
Tres años atrás, Andrés Serna (nombre real del artista) parecía tenerlo todo, por lo menos en términos musicales. Venía de grabar un disco con el sello WK Records –fundado por Walter Kolm, mánager de Maluma– y estaba explorando un estilo un estilo que le gustaba llamar “gangstarrilera”, por su fusión entre trap y carrilera colombiana. Además, en su equipo de trabajo tenía a Arturo Muñoz, un personaje que ha sido clave en la industria musical nacional para impulsar artistas independientes, por ejemplo ChocQuibTown.
Sin embargo, la realidad personal de Elemecé era un poco más compleja: se estaba separando de su esposa Vanessa y eso lo tenía sumido en una profunda depresión. Una tan fuerte que apenas le dio lucidez para decidir que tenía que sacar una VISA Americana para irse lejos. En ese momento, le pasó lo que podría haber sido la peor de sus desgracias, su pequeña hija Roma se cayó de un segundo piso.
Por fortuna, la potencial tragedia había llegado para cambiarle la vida, pero en el buen sentido. Las enfermeras del hospital Valle de Lili en Cali, donde residía, no se explicaban cómo la niña se recuperaba tan rápido. El golpe tan brutal que la vida le había dado también fue la instancia perfecta para que el artista reconociera sus errores, arreglara los problemas con Vanessa y retomara la música con una claridad que no había tenido en ningún otro momento de su carrera.
Hasta ese punto, Elemecé llevaba más de cinco años sacando canciones y se había destacado, inicialmente como rapero y posteriormente como figura urbana versátil en círculos del hip hop de la capital. “También se me presentó la oportunidad de grabar con artistas de Puerto Rico y de compartir con Ńengo Flow, aunque nunca pudimos sacar esa canción que se llama “Te Mojas”. Pero él nos recibió en Puerto Rico, allá también fue donde conocí a Elías de León”.
Este último, también conocido como White Lion, es uno de los productores más respetados del reggaetón. El creador del compilado Boricua Guerrero, en el que juntó a leyendas del género como Daddy Yankee o Eddie Dee, al lado de raperos estadounidenses como Nas y Big Punisher. También tiene en sus créditos haber descubierto a Tego Calderón y Calle 13. Pero lo más importante, Elías se convirtió en amigo de Elemecé y podría decirse que en los últimos años ha sido uno de sus mayores consejeros.
Luego del accidente de la pequeña Roma comenzó a producir nuevas canciones, en parte inspirado por un tema llamado “Dinero”, que ya estaba incluido en el álbum que había publicado en 2022 con WK Records. Inicialmente sin pretensiones, con músicos amigos de su Armenia natal, como David Heincke, uno de los tiplistas más reconocidos del Eje Cafetero.
Su inspiración primaria era la música colombiana, pero también entendía que podía aprender de fenómenos como Natanael Cano o Fuerza Regida, pero para componer a su manera.
Así fue como se inventó los corridos arrieros y, si bien no basta un nombre bonito para inventar un nuevo género musical, canciones más recientes, publicadas en su nuevo disco Amor de Taita, como “Sin Cobija” o “La Ley del Zurriago”, son buenos testimonios para entender cómo Elemecé pudo juntar las influencias del trap norteamericano, los corridos mexicanos y de géneros netamente colombianos como el bambuco, la música de carrilera o la cumbia.
Entre las exploraciones sonoras de este disco, también llama la atención “El Cobre”, focus track del disco que contó con Giovanny Ayala como acompañante. “A él le llamaron la atención los sonidos que estábamos haciendo, la forma en que combinábamos el folclor colombiano con lo moderno, porque el cobre va de la mano de lo nuevo y de los gustos de los jóvenes, pero también del sentimiento arriero y del puro olor a trocha”, explica.
Actualmente Elemecé (“que significa el MC, que es uno de los cuatro elementos fundamentales del hip hop”, me remarca) tiene una vida mucho más tranquila. Vive con sus hijas Roma y Narúa y con su esposa Vanessa, con quien además de su proyecto musical impulsa Café La Gestión, su propia marca de esta bebida donde busca que se reconozca la labor de los campesinos que le ayudan a cultivarlo y de los arrieros colombianos en general.
Elemecé también remarca que Amor de Taita: “es un disco de superación y resiliencia que le dice a la gente que puede salir adelante. Lo hice pensando en que estamos en una época en donde solo resalta la superficial, lo económico, la material y por encima de todo eso, están los valores y la familia”.