
Durante la pandemia por Covid-19 se puso de moda un término horrible: reinventarse. Una acción que parecía anclarse en aquel viejo concepto que dice que de toda crisis nace una oportunidad, pero no tanto para alentar a las personas que habían perdido su empleo o no podían trabajar desde casa, sino como una especie de sinónimo del ‘sálvese quien pueda’.
Los músicos de La Pambelé también se reinventaron, pero de otra manera. Como amantes de la salsa que nunca habían incursionado en este género y venían de tocar en bandas de pop y rock, la pandemia fue también el momento para que ellos se miraran mutuamente y se respondieran: “Why not?”.
Por ejemplo, Miguel Rorebolledo venía de ser el percusionista de Wamba, una banda que aunque ha incursionado en varios estilos es principalmente recordada por haber sido una de las precursoras del tropipop en nuestro país. Se convirtió en cantante porque era la mejor opción disponible y, de la misma manera, su pareja de entonces, Lorena Contento, se unió a la agrupación para acompañarlo en voces y tocar la flauta.
Como si fueran las fichas de un rompecabezas, los planetas se fueron alineando, el proyecto encontró su propio camino y pronto llegaron las canciones. Miguel, Camilo (Toro, el otro fundador) y Lorena como adhesión femenina ahora estaban listos para romperla.
“Pambelé en dialecto bantú significa defensor de lo suyo, de lo propio y eso se junta con las ganas que tenemos de hacer salsa”, explica Miguel Rorebolledo en entrevista con Billboard Colombia. Pero más allá del hermoso significado etimológico que tiene la palabra o las necesarias referencias al boxeador más querido por los colombianos, el nombre de la agrupación también nació de forma natural.
La agrupación se llama La Pambelé en honor al perro de un amigo, quien no solo era un gran defensor de lo propio, sino que murió más o menos en el momento en que habían compuesto la quinta canción. Ahí fue cuando Miguel entendió que tanto el animal, como el boxeador que luchaba con la energía de un sabueso, le estaban regalando el nombre de su orquesta.
Si bien Kid Pambelé habría sido un gran título para un proyecto de salsa, Miguel sentía que la orquesta tenía que tener nombre de mujer. “La Pambelé, como para que denotara la figura femenina, un poder femenino, pero también un poder de orquesta”. Su primer disco se llamó Primer Round (2021) y funcionó como el asalto inicial donde conectaron cañonazos, o más bien golpazos, bailables como “Descarga” o “El Avispao”.
Esa forma colectiva de concebir el proyecto se convirtió también en un elemento clave para entender su esencia. No solo porque sean alrededor de diez músicos en tarima, sino porque cuando colaboran con otros artistas, también buscan que las otras agrupaciones con las que conectan les ayudan a proyectar ese ideal de fuerza colectiva.
“La Pambelé prepara un siguiente disco donde tenemos artistas varios artistas invitados, le hicimos canción a Jimmy Bosh, a Tony Succar, a Alain Pérez (bajista cubano reconocido por su trabajo con Chucho Valdés) y a la Orquesta Aragón de Cuba”, explica el cantante de este combo sonoro, en un ánimo de remarcar que la salsa tiene mucho ese componente de trabajar en equipo o de jugar con los ingredientes, por ejemplo cuando los instrumentistas pasan a cantar alguna canción.
A Tony Succar – compositor, arreglista y productor peruano que hace pocos meses se ganó un Grammy en la categoría Mejor Álbum Latino Tropical, por su disco Alma, Corazón y Salsa (Live at Gran Teatro Nacional) –, lo conocieron por su amistad con Paulo Sánchez, director del Teatro Colsubsidio de Bogotá. Fue él, quien sabiendo que tendría una presentación con el músico horas más tarde, le solicitó que participara como invitado en el lanzamiento de Nací Mestizo, el segundo disco de La Pambelé. Ahora comparten la misma sangre, por lo menos en cuestiones musicales.
En poco menos de cinco años de existencia, La Pambelé también es reconocida por canciones como “Nací Mestizo”, “Perdí Mi Corazón” o “Tás! Asusta’o” y para el nuevo disco ya prepara canciones como “El Frutero”, la que tiene como invitado a Succar, que seguramente les garantizarán una buena defensa en tarima.
Una prueba de su impacto, la vivieron los asistentes al concierto de Marc Anthony durante el año pasado en el Coliseo Med Plus, donde centenares de amantes de la salsa, tanto la brava que ellos interpretan como la romántica y de alta factura que el puertorriqueño comparte desde hace más de 30 años, bailaron y cantaron sus canciones. Probablemente este haya sido uno de los momentos en que los músicos de La Pambelé entendieron que ya no son solamente un combo de amigos haciendo salsa, sino que se han convertido en uno de los mayores referentes contemporáneos de este género en el país.
Lo más impresionante de este logro, según Miguel Rorebolledo, es que el propio Marc Anthony los habría seleccionado: “Lo que nos dijeron a nosotros es que él es quien pone el dedo y dice yo quiero esta orquesta, lo que quiere decir que él fue quien eligió a su telonero”.
A la fecha han lanzado tres vinilos, los LP de sus álbumes y 45’’ con dos canciones de su disco debut. Al principio el experimento no les fue rentable, pero fueron perseverantes y encontraron la forma de llegar tanto a los coleccionistas de salsa, como a las distribuidoras adecuadas para que la iniciativa se convirtiera también en uno de los motores económicos de la banda.
Si bien para la entrevista con Billboard Colombia fue Miguel Rorebolledo quien atendió a nuestra llamada, también es importante destacar que a La Pambelé – además de él y Lorena Contento –, la conforman Camilo Toro (director y pianista), Leonardo Zambrano (trombón), Andrés Castrillón (trompeta), Jhon Arrechea Mina (tumbadoras), William Durán (bongó y campana) y Luis Guillermo González (bajo).