
*Por Sebastián «Trouper» Díaz / Colaborador de Billboard Colombia
Reunir a las máximas estrellas del pop de los 80 en un mismo salón, bajo reflectores a máxima potencia y durante la noche de un 7 de marzo de 1985 parecía entonces una idea descabellada, que solo se le podía ocurrir a un irreverente como Harry Belafonte. Cantante, actor y, no menos importante: activista por los derechos civiles nacido en New York a quien muchos conocían por sacar adelante cada iniciativa humanitaria que se proponía.
¿Qué podría salir mal? Todo. Era el proyecto musical estadounidense más ambicioso que se había hecho hasta ese momento y solo había una oportunidad. Solo una y en una noche. Por suerte, su idea resultó ser revolucionaria.
Hace cuarenta años, Michael Jackson había lanzado Thriller y estaba preparándose para recibir la corona del Rey del Pop, Madonna venía de brillar durante la primera gala de los MTV Video Music Awards –mientras cantaba Like a Virgin dejando a todo el globo terráqueo con la boca abierta– y Prince gozaba del éxito de su álbum Purple Rain. Es decir, la cultura pop, tal y como la conoceremos en los años siguientes, recién estaba comenzando.
Ellos ya eran estrellas planetarias. Tenían dinero, fama, vanidad y poder, y la industria sabía que era el momento de apostar por ellos.
Pero mientras esto ocurría, el mundo empezaba a darse cuenta que los colores y la alegría característica de la cultura pop que acompañó a los 80 no era para todo el mundo, pues en África la estaban pasando mal. Llevaban décadas así, sólo que nadie los miraba, o mejor dicho: no los habían querido mirar hasta que en 1983 Etiopía sufrió su peor crisis de hambruna en el último siglo. Los reflectores se prendieron y Occidente quedó en shock con lo que vio.
Una serie de informes periodísticos de la BBC sobre la situación en el país africano conmocionó profundamente a la sociedad británica. La gente se volcó a las agencias de ayuda con donaciones y Bob Geldof, un cantante y activista irlandés, y su pareja, la entonces presentadora de televisión Paula Yates, se dieron cuenta de que la música también podía aportar su grano de arena.
Primero llamaron a Sting y a Simon Le Bon, vocalista de Duran Duran, para sumarlos a la idea de una canción que recaudara fondos para Etiopía. Luego contestaron la llamada Bono, George Michael, Phill Collins, las integrantes de Bananarama, Boy George, Francis Rossi. Así como otros más de la crema y nata de la música inglesa formando así el grupo benéfico Band Aid.
Al final salió «Do They Know it’ Christmas?», el hit madre de “We Are The World”, lanzado el 7 de diciembre de 1984. Llegó al número uno en el Billboard U.K.’s Official Singles Chart y también en varios países más. Aunque no le fue tan bien en Estados Unidos, donde alcanzó el puesto número 13 (Hot 100) debido a la falta de publicidad.
Sin embargo, la canción recaudó en un año ocho millones de dólares para la causa, más de lo esperado, reconoció Bob Geldof en su momento. Y es en esta parte de la historia cuando entra en escena Harry Belafonte. Después de ver todo lo que un grupo de artistas puede hacer, se le ocurrió organizar la versión estadounidense.
Así que Belafonte llamó al mega manager de estrellas, Ken Kragen, quien involucró a Michael Jackson y a Lionel Richie para escribir la canción, mientras seguía timbrándole al teléfono a los más importantes artistas pop del momento.
Poco a poco fueron aceptando la invitación Bruce Springsteen, Cyndi Lauper, Steve Wonder, Tina Turner, Diana Ross, Daryl Hall and John Oates, Ray Charles, Steve Perry, Billy Joel, Bob Dylan, Paul Simon, entre otros.
Todos llegaron al estudio A&M de Los Ángeles la noche del 28 de enero de 1985, luego de los American Music Awards de ese año (era el momento perfecto para reunirlos a todos). Casualmente, en esa ceremonia el anfitrión fue precisamente Lionel Richie, quien palabras más, palabras menos le dijo a cada uno de ellos: “Pilas, nos vemos apenas se acabe la gala”.
En total, fueron más de 45 estrellas que cantaron, unos en solos y otros en coros, dirigidos por un mago de orquesta afroamericano (detalle de fina coquetería), que gozaba del respeto de todos: Quincy Jones. Quien además escribió en una hoja de papel que pegó en la puerta de la entrada del estudio: “Dejen sus egos afuera”.
Todos se unieron, como nunca antes se había visto, por una buena causa y esa es la razón por la que la canción sigue siendo tan valiosa a cuatro décadas de su lanzamiento. Así como por qué con los años se transformó en un himno que simboliza la unión, la empatía y la caridad. Tal como se refleja en un documental de Netflix que fue estrenado el año pasado.
La canción recaudó millones de dólares y aunque no hay una suma exacta, sí se ha hablado de 60, 80 y hasta 180 millones, dependiendo de la fuente. Lo que se sabe a ciencia cierta es que la canción ha vendido más de 20 millones de copias, con lo que se convirtió en el octavo sencillo más exitoso de la historia, llegó al número uno en diferentes listas de la Billboard (incluyendo el Hot 100) y alcanzó esa misma posición en casi 20 países más –entre ellos Reino Unido–. También ganó cuatro Grammy y un American Music Award.
Pero más allá de los números, el legado de We Are The World es inmenso y se puede analizar desde muchas aristas. La primera, que generó una oleada de altruismo y apoyo a diferentes causas por parte del mundo de entretenimiento, especialmente de la música al poner en el radar países y regiones que entonces muchos no sabían ubicar en un mapa. En otras palabras, humanizó un poco más la industria musical.
Además, el mundo del espectáculo entendió el poder creativo que nace del trabajar en equipo para generar un cambio social bajo la unidad y la esperanza, y más si se reúnen músicos de diferentes partes del planeta, así sus estilos artísticos sean totalmente diferentes. Podría incluso pensarse que inspiró el megaconcierto Live Aid –en julio de ese mismo año–, que inmortalizó a Queen y a Freddie Mercury con la que ha sido considerada por la prensa musical como la mejor actuación de su carrera.
Iniciativas musicales que podrían haber estado inspiradas en “We Are The World”
La lista de canciones que podrían haber estado inspiradas en “We Are The World” es larga. Por ejemplo, “Cantaré, Cantarás”, que es la versión hispana de “We Are The World”, fue lanzada al mes siguiente de “We Are The World” y en ella pusieron su voz al mismo tiempo Julio Iglesias, Roberto Carlos, José José, Amanda Miguel, Vicente Fernández, Celia Cruz, José Feliciano, María Conchita Alonso, Sergio Mendes, Menudo –con un muy pequeño Ricky Martin–. Mejor dicho, otro listado de lujo, pero en versión latina.
Posteriormente, generaciones futuras se han reunido en diferentes momentos para algún fin benéfico. El Band Aid, los británicos que empezaron con el movimiento, lo han hecho en tres ocasiones (1989, 2004 y 2014).
Otro hito memorable fue el concierto Live 8 en 2005 para celebrar los 20 años del Live Aid, hasta “We Are The World for Haití” en el 2010, que tuvo su versión en inglés y en español, para ayudar a este país luego del devastador terremoto que lo azotó en enero de ese año, dejando entre 220.000 y 300.000 muertos.