
Con una familia que mantener, una jornada laboral extenuante y probablemente, al igual que muchos de nosotros, con deudas que afrontar, hace más o menos quince años Alejandro Marín se la jugó por intentar revolucionar la radio colombiana. Para lograrlo, se apalancó en las tres cualidades que mejor ha desarrollado en su carrera: experiencia en emisoras, profundo conocimiento de los fenómenos musicales y capacidad de hablar inglés como un estadounidense nativo.
Es probable que en la radio colombiana contemporánea no exista nadie que pueda equiparársele en cualquiera de esas tres cualidades o, por lo menos, en la forma en que las ha combinado para desarrollar el principal proyecto laboral de su vida, la emisora bogotana La X. Donde es director, tiene su propio programa y aparece en varias jornadas para simplemente poner música y hablar de ella.
Una de las razones del triunfo de Alejandro Marín podría encontrarse en el hecho de que, cuando comenzó a trabajar en La X, él propuso que su radio estuviera presente en plataformas aún no tan exploradas como My Space o Twitter (X). Tiempos en que muchos programadores radiales sólo conocían las páginas web, Facebook y pare de contar.
Fue esa búsqueda constante de nuevas tecnologías y tendencias lo que años más tarde lo hizo llegar al formato podcast con su ahora reconocido espacio Bilingual, que suma casi 350 emisiones. Algunas con entrevistas y otras con análisis musicales, un modelo que en los últimos años derivó en un programa televisión de conversaciones con diversas personalidades en Canal 13.
El nombre Bilingual viene precisamente del hecho de que, al conversar con referentes de todo el mundo, se desarrolla tanto en español como en inglés.
Por allí han pasado Juanes, Camilo, J Balvin, Maluma, Coldplay, Måneskin, Tom Morello, Ed Sheeran, Ziggy Marley, Rosalía, Joss Stone, Sean Paul, entre un sinfín más. Uno de los mayores atractivos del trabajo de Alejandro Marín es su poder para analizar, para conectar fenómenos musicales que aparentemente no tienen relación y de una forma en que sus oyentes sienten cercana.
Esa podría ser la principal virtud de La Revolución de los Corridos Tumbados, el podcast que le hizo ganar el Premio Simón Bolívar, quizás el más prestigioso del periodismo colombiano, en la categoría de reportaje.
Hablar del fenómeno que tiene a Peso Pluma, Natanael Cano o Fuerza Regida como principales exponentes es hablar de pop y del hip hop que él –como fan supremo de Kanye West– ha escuchado desde su adolescencia. Pero también, de cómo estas nuevas expresiones sonoras son nuevas formas de comprobar la vigencia del llamado sueño americano.
El podcast premiado es una pieza corta, de no más de 25 minutos, en el que Alejandro relata su experiencia visitando –acompañado por una comitiva de Sony Music– el sello discográfico que comenzó a apostarle por el género musical ahora denominado ‘corridos tumbados’: Rancho Humilde en Los Ángeles.
En una de las tantas entrevistas que le han hecho a Jimmy Humilde –fundador de Rancho Humilde– en sus primeros momentos de gloria, el hombre que puso los andamios necesarios para que hasta Alejandro Fernández se montara en una canción de corridos tumbados (“Amor Tumbado” de 2021) afirmaba que uno de los principales problemas de la música mexicana era que se la refiriera como regional, cuando simplemente era música hecha para el mundo.
Tres años después sobran indicios para comprobar que su afirmación no tenía ni un milímetro de impresiones.
Probablemente la razón por la que le dieron a Alejandro Marín un premio de tan alto prestigio, por hacer una investigación sobre un género musical que ha tenido, en algunos casos, relaciones con capos de la mafia –y que habla del tráfico de drogas como si fuera un trabajo tan natural como el de atender teléfonos en un call center o hacer hamburguesas en una esquina–, sea porque en pocos minutos responde varias preguntas que rodean a la problemática migratoria y profundizan la mirada sobre las formas en que las nuevas generaciones afrontan los retos de la vida.
Por lo que podría decirse que La Revolución de los Corridos Tumbados no sólo remarca la vigencia del sueño americano, como concluye Marín en su trabajo periodístico, sino que también habla de cómo en las nuevas generaciones se han naturalizado aquellas opciones ilegales que ayudan a alcanzarlo, donde, así nos duela, la delincuencia y el arte son las más buscadas. En muchos casos, de la mano.
Alejandro Marín también es conocido por ser escritor, por haber hecho varios artículos para el diario colombiano El Tiempo y publicado en 2019 un libro llamado Historia Secreta de la Música, donde en una de sus páginas arroja una frase que podría ser fundamental para entender un movimiento musical que a los millennials colombianos nos puede parecer tan ajeno y de mensajes poco apropiados:
«La razón por la que el establecimiento odia la música popular es porque unifica un sentimiento», quizás podríamos agregar que de resentimiento, en este caso.
¿Será que lo incómodo de los corridos tumbados es que hablen de tráfico de drogas o que evidencien que mientras el gobierno estadounidense no ha sido capaz de controlar la problemática, cada vez hay más jóvenes que consideran las prácticas ilegales como formas legítimas de ganarse la vida?