
Nacida hace 100 años en La Habana, Cuba, el 21 de octubre de 1925, Celia Cruz cantó casi antes de hablar. La mayor de cuatro hermanos, Cruz podía llevar una melodía desde los 10 meses de edad, según su mamá, y de chiquita arrullaba a sus hermanos menores con canciones de cuna. Esos momentos a la hora de dormir fueron el primer escenario para la mujer más reconocida e influyente en la historia de la música afrocubana.
Cuando Cruz murió en 2003 a los 77 años, había grabado más de 70 álbumes, y generaciones de fans se habían enamorado de su magnífica presencia escénica y su inconfundible contralto, rico y expresivo, que podía transformar una sola palabra en una obra maestra.
Cruz era reconocida mundialmente tanto por sus extravagantes atuendos, su incansable ética de trabajo y sus coloridas pelucas, como por su grito característico de “¡Azúcar!”. Pero Cruz poseía, sobre todo, una voz extraordinaria.
“Olvídate de ponerla frente a un micrófono”, dijo una vez Marc Anthony a Billboard. “Se come a cualquiera”.
Ciertamente, Cruz rehusaba hacer playback, incluso en programas de televisión en vivo. “Yo no puedo salir ahí a fingir”, dijo a Billboard en 2000. “En Cuba, trabajé con un hombre llamado Rodrigo Neira, quien era el coreógrafo del Tropicana. Él quería una cantante que cantara y una bailarina que bailara”.
Aunque Celia no bailaba mal, su voz era incomparable.
El legado discográfico de Cruz es prácticamente una historia completa de la música latina, desde sus días con la legendaria Sonora Matancera de Cuba hasta sus trabajos más experimentales y vanguardistas en sus últimos años, donde incluso mezcló música urbana con sus ritmos salseros.
Cruz estuvo en las listas de éxitos literalmente hasta el día que murió, y más allá. Más de 20 años después de su muerte, generó 64 millones de streams oficiales on demanden Estados Unidos en 2024, según Luminate. El año pasado, la Casa de la Moneda de Estados Unidos lanzó una moneda conmemorativa de Celia Cruz, la única que lleva la imagen de un artista latino, sumándose a un sello postal de Celia Cruz, una Barbie de Celia Cruz, múltiples exposiciones, líneas de productos, una serie de TV y una película en desarrollo, entre otros proyectos.
Celia Cruz comenzó a cantar en concursos para amateurs a temprana edad. Su gran oportunidad llegó cuando fue llamada para reemplazar a la cantante principal de la legendaria Sonora Matancera, considerada por muchos como la mejor banda de salsa de todos los tiempos. Cruz ganó fama internacional con La Sonora, con la que permaneció 15 años, y eventualmente se casó con su trompetista principal, Pedro Knight.
Después de la Revolución Cubana, se estableció en Nueva York en 1962 y nunca se le permitió regresar a su país natal. La carrera de Cruz también floreció aquí, primero a través de su asociación con Tito Puente y Ticco Records, y más tarde con Fania Records.
Aunque Cruz siempre fue una figura popular y venerada —en 1987 recibió una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood— ganó una nueva legión de seguidores tras firmar con Sony Music Latin en el 2000, un sello que realmente la trató como una estrella hasta el día que murió. Con ellos, Cruz ganó tres Latin Grammys consecutivos, en el 2000, 2001 y 2002.
El secreto de su éxito constante, dijo a Billboard, era muy básico: “Me cuido mucho. Mis malas noches son trabajando, y cuando termino de trabajar voy para el hotel o para mi casa. No soy de emborracharme o de bebida fuerte, porque la bebida fuerte te va enronqueciendo la voz”. Todo se debía a su incansable ética de trabajo y esa voz.
Tras ser diagnosticada con cáncer en 2002, Cruz hizo una última visita al estudio de grabación en febrero de 2003. Grabó durante dos meses y falleció en julio.
Este año, Billboard Mujeres Latinas en la Música honra a Cruz y su extraordinaria vida no en el aniversario de su muerte, sino en el centenario de su nacimiento. Cruz recibirá póstumamente el Premio Leyenda en la gala, que se transmitirá en vivo el 24 de abril a las 9 p.m. ET por Telemundo, y también recibirá un tributo musical con la actuación de Ivy Queen, La India y Olga Tañón.
Billboard habló con cuatro personas que tuvieron lazos personales con Cruz. Aquí están sus recuerdos, contados en sus propias palabras.
Emilio Estefan
Celia representa una persona que pudo traer nuestra música a este país en un momento en que las mujeres no eran bien recibidas en la música.
Cuando se une con la Fania y Johnny Pacheco, le enseñó al mundo lo que era tener talento. Y nunca cambió su ritmo, no cambió quien era. Fue un gran ejemplo de humildad, perseverancia, de talento, Dios mío. Y para nosotros se convirtió en familia. Yo empezaba como productor y mi sueño siempre fue trabajar con ella. Pero no le ofrecía porque estábamos empezando. Ya nos habíamos conocido, pero no habíamos hablado mucho.
Estábamos tocando una noche en el Dupont Plaza, y nos pidió que nos sentáramos con ella en la mesa. Para mí era como hablarle a una reina. Me acuerdo que estábamos tocando una vez en el Ovni, y siempre tocábamos “Quimbara”. Y ella estaba en el auditorio, y se subió al escenario. Se nos salía el corazón.
Tuve el honor de producir varios discos para ella. Y un día me llama y me dice, “Me quedé sin compañía de discos”. Y yo le dije, “Te voy a mandar a Sony”. Gracias a Dios llamo a Tommy [Mottola] y me dice, “Olvídate de eso. Hay que firmarla”. Entró con respeto a Sony. Si la firmaba con ellos le iban a poner la gasolina. Y se murió con seis No. 1. En esa época había resistencia, porque todos los cantantes que vendían eran hombres. Ella fue una de las que le comprobó al mundo que las mujeres ponían el mundo a bailar. Fue una inspiración para Gloria [Estefan]. Yo creo que todos tenemos que aprender de ella.
Ella y Pedro [Knight] fueron gente de una enseñanza y de una humildad impresionante. Cuando estábamos grabando era tan profesional. Casi cantaba en directo, practicaba sus partes, llegaba con humildad y siempre muy orgullosa de sus raíces cubanas. Y el amor de ella y Pedro… Es difícil trabajar con una pareja y ver que se quieran tantos años, que sean gente tan simple, tan buena y con tanto talento.
Ella fue mi gran maestra. Se acordaba de mandarle tarjetas a todo el mundo de cumpleaños. ¡Qué detalles! Era como una hermana para Gloria. Venía a comer a mi casa y era muy simpática. Le lavaba las camisas a Pedro, se las planchaba cuando estaban de gira. Nunca me olvido el primer [Latin] Grammy que produje [para CBS en el 2000]. Ella tenía un dolor de rodilla enorme pero se paró a cantar “Quimbara” con Ricky [Martin]. Esta mujer, nadie se daba cuenta lo que le pasaba.
Un día vino y nos dijo, “Me cogió el cangrejo”. Yo no sabía qué estaba diciendo. Me llamó para que le arreglara el entierro. Me dijo, “Yo quiero que cada fan que yo tengo se pueda despedir de mí”. Era querida no solamente por los cubanos, sino por el mundo entero. Me dejó su vestido con sus zapatos y su peluca en agradecimiento y una nota preciosa para mí y para Gloria. De cierta forma me siento en paz que pude ayudar a una mujer como ella, que la pude firmar a Sony. En estos momentos que nosotros vivimos en el mundo, cuando brilla uno, brillan todos. Y ella nos hizo brillar a todos.
La India
Conocí a Celia en 1988 gracias a personas importantes en su vida. Su sobrino era súper fan mío y siempre iba a verme al Palladium. Él decía que era sobrino de Celia Cruz, pero no le creíamos. Celia ya era una leyenda. Escuchábamos su música y todo ese rollo afro yoruba que la rodeaba nos parecía súper interesante. Y claro, todos amábamos a La Sonora Matancera.
Un día, me mandó un mensaje diciendo: “Muchas bendiciones en tu show”. Luego, en 1989, un año antes de que yo decidiera pasar de la música dance a la salsa tropical, ya estaba colaborando con Tito Puente, y Tito organizó para que nos conociéramos.
Fuimos todos a cenar. Cuando la conocí, sentí como si ya fuéramos familia. Hablamos sobre su música, sobre ella. Me dijo que siempre había sentido que tenía una habilidad natural para cantar música con mucho ritmo. Me dijo: “Una cosa que noto de ti es que estudias mucho jazz, pero tienes mucha alma. Me gustaría que pasaras de la música dance y hagas un álbum de salsa”. En ese entonces cantábamos con pistas de TV, y ella me dijo: “Tienes que estar ahí arriba cantando con una banda en vivo”.
Ella organizó una reunión con Ralph Mercado, [presidente y fundador de RMM Records, donde Cruz estaba firmada en ese momento], y le dijo: “Quiero que la firmes”.
Éramos muy cercanas. Hablábamos mucho de música, del trabajo duro como mujer. Hablábamos de creer en nosotras mismas, ser profesionales y dar el 100% a la música. Lo encontré muy inspirador.
Ella solía decir: “Yo soy tu madrina musical”, y quería ser oficialmente ser mi madrina. Yo no había hecho la primera comunión y tenía que ser bautizada.
Me bautizó el 14 de febrero, el día de la amistad y el amor. Sentí que cuando me bautizó, trajo mucha luz a mi vida, algo que necesitaba. Vengo de una familia muy disfuncional, pero muy creyente. Dios siempre estuvo en nuestras vidas. Creo que por eso significó tanto para mí ser bautizada con Celia y [su esposo] Pedro Knight, y porque significaba que ella siempre estaría en mi vida. Y así fue. Era súper linda y escribía telegramas. Tenía una tarjeta de llamadas de AT&T y ¡vaya que la usaba al máximo! Llamaba desde el aeropuerto, cuando aterrizaba, cuando estaba en su cuarto. Porque era muy espiritual, sentía que necesitaba rezar con su ahijada; esa era yo.
Celia era una verdadera creyente en Dios. Siempre rezaba antes de sus shows. Nos tomábamos de las manos y luego subíamos al escenario con ella. Hicimos giras juntas. Donde quiera que viajara, era la diosa de las diosas. Ella entraba primero, todos estaban esperándola, y nosotros éramos como patitos. Todos nosotros, yo, Marc [Anthony], Cheo [Feliciano], Oscar [D’León], íbamos detrás de ella caminando hacia todos esos lugares hermosos en Europa. Todo el mundo sabía quién era. Ella realmente creía en nosotros. Pensaba que veníamos con talento para darle luz a la salsa tropical.
Celia siempre fue un ícono, una leyenda viva. Tenía mucho control y un vibrato hermoso. Pedro la ayudaba mucho. Dejó de tocar la trompeta para asegurarse de que estuviera lista para subir al escenario y cantar con el corazón. Fue un gran compañero. Ella tuvo mucha suerte con él. Él se sentía muy cómodo conmigo. Me decía: “Negrita entra, que la Negra quiere verte”. Hablábamos tanto de música y a ella le encantaba cuando yo hacía las armonías.
En el estudio ella era una maestra de grandes ideas. Yo le daba mucha energía, y era genial tenerla allí conmigo.
Siempre me decía que una de las cosas que le gustaban de mí era que veía mi talento y que no tenía que usar ropa chiquita. “Estamos aquí mostrando nuestro talento como mujeres, como mujeres talentosas”. Ella decía: “¿Sabes por qué he tenido éxito? Porque yo vendo talento, no vendo sexo”.
Ahora entiendo lo que quería decir. Es un mundo dominado por hombres, y quería que la respetaran. Le gustaba estar de gira. Le encantaba llevar su música a diferentes mercados, y amaba ir de compras. Ir de compras y la música, ¡olvídate! Y su cafecito con su azúcar.
Siempre trataba de motivar a la nueva generación siendo positiva y trabajando duro. Hablaba de la perseverancia, del trabajo duro, del profesionalismo. Grabar, llegar temprano y tener una gran orquesta detrás de ti. Y todo lo que recibes, lo devuelves.
Randy Malcom
El miembro de Gente De Zona habla de la grabación de “Celia”, que combina dos hits de Cruz usando grabaciones originales de su voz.
Yo conocía la obra de Celia porque yo estudié música en Cuba, pero nunca la pude conocer en vida. Como Celia era vetada en Cuba, no se podía escuchar en radio, ni ver en televisión.
Celia, Willy Chirino, todos esos artistas eran vetados. Siempre fue una defensora de la libertad.
Desde “La gonzadera”, nosotros estábamos atrás de ver como podíamos usar las voces de “La negra tiene tumbao” en una canción. Las sesiones digitales de sus últimas grabaciones estaban perdidas, y después de 10 anos buscando con Omer [Pardillo, su mánager] las pudimos encontrar.
Lo que hicimos fue mezclar dos canciones y cerrar con “La negra tiene tumbao”.
Pero para nosotros, usar esa voz, imagínate tú. De chiquito, oía con mi papá algunas cosas de videos que se filtraban. Como en Cuba solo había dos canales de televisión, había un concierto de ella, creo que de Africa, que se filtró. Y ese concierto la gente lo tenía grabado y lo veíamos. Para nosotros era como un orgullo. Una cubana que estaba fuera de Cuba y que era tan grande musicalmente. Nos parecía imposible llegar a ese nivel. De chiquito, me decían que era una cantante que no podía entrar a Cuba.
Cuando mi papá oyó la canción, se quedó loco. Me decía, “¿Pero cómo lo lograste?” Yo le decía, “Papi, me dieron el permiso”. Es muy nostálgico para todo cubano esta historia de nosotros con el problema político. Cada cosa se siente mucho. En nuestro país hay mucha música, mucho arte, pero se muere ahí. Es muy doloroso ver que hay muchos artistas que no tienen la oportunidad de mostrar su arte. Me quedé con la nostalgia de no haber podido conocer tanto, tanto su obra. Y tiene canciones increíbles. Celia siempre estaba un paso adelante con lo que era la música. Era una señora que no se dejaba caer en nada.
Goyo
Yo la conocí porque un tío trabajó con mi papá llevando artistas a Colombia. Llevó a José Alberto “El Canario” y a Celia, juntos, a Buenaventura, a Quibdó y a un show en Tuluá que no se dio. Pero viajé con ella en el mismo bus desde Buenaventura a Tuluá y tuve la oportunidad de compartir con ella. Le dijo unas palabras a mi mamá sobre mí, y mi mamá me puso a cantar. Yo tenía entre 13 o 14 años.
La había visto en televisión, pero mi papá coleccionaba álbumes y mi mamá era muy fan de Celia. Yo siempre he sido muy apegada a mi mamá y en muchos momentos de su vida Celia fue su banda sonora. “Ritmo, tambor y flores” fue mi primer acercamiento con Celia. Una tía me puso a aprenderla y la canté la primera vez que participé en una comparsa en Condoto. Tenía como 9 años, y en la clausura de quinto [grado], ya “Ritmo, tambor y flores” era de mi repertorio. Esa fue la canción que le canté en el bus.
Primero la fui a verla a Buenaventura. Tenía puesto un licra blanco, una blusa brillante y una peluca corta blanquita, y se veía genial. Porque guao, pocas veces uno podía ver mujeres que se podían ver así. Yo veía todo lo de la música como algo normal, porque mi mamá cantaba, mi tío traía artistas, yo iba a los estudios del Grupo Niche. Yo me sentía parte de algo.
Entonces cuando dijeron, “Y ahora nos vamos a Tuluá en el bus con Celia y con ‘El Canario’”, [no fue raro]. Ella iba con su esposo en esa oportunidad, “El Canario” y otra persona más. Era un bus grande, bien cómodo. Y ahí dijo, “Pero que niña más linda. Tiene algo especial”.
Mi mamá me dijo que cantara “Ritmo, tambor y flores”. Empezó a cantar el coro y yo canté la segunda parte, porque me sentía un poco tímida. Me dijo, “Sigue, sigue”. Y todos nos pusimos a cantar. Imagínate que me erizo. Uno lo ve como una anécdota tan normal, y la verdad no es tan normal. Sobre todo porque a uno lo cuidan mucho a esa edad. Después, cuando yo tenía 15 años, fue un momento en que ella ya se veía grande y me impresionaba el respeto que la gente le tenía y cómo ella seguía triunfando, siendo ya una artista [consolidada]. Siempre estuvo en las grandes ligas.
No podemos seguir sin hablar de ella. Se hace necesario. Se necesita contar esa historia.
La tercera edición anual del especial de Billboard Mujeres Latinas en la Música se transmitirá en vivo el 24 de abril a las 9 p.m. ET/8 p.m. hora centro exclusivamente por Telemundo, Universo, Peacock y la aplicación de Telemundo, y en toda América Latina y el Caribe por Telemundo Internacional.
Consulta la lista de Mujeres Latinas en la Música Ejecutivas y Empresarias de 2025 aquí.
*Esta historia se publicó originalmente en Billboard Español.