
Los nuevos artistas, con grandes sueños y con deseos de que las canciones o videos alcancen millonarias cifras en plataformas digitales de streaming (DSP), pueden caer en la tentación de dar el paso más fácil: contratar bodegas o granjas de bots para inflar los números. Pero esta forma de impresionar a fanáticos, colegas y medios de comunicación no sólo es peligrosa, sino también ilegal.
El fraude en streaming –el aumento artificial de reproducciones de una canción o video en particular– ha sido un asunto polémico y delicado en la industria de la música durante la última década. Así que las estrategias para detener el problema aumentaron el año pasado y continuarán en el 2025.
No sólo se trata de una práctica considerada por muchos actores de la industria de la música como reprochable, sino que está catalogada como un delito federal en Estados Unidos. Además, el fenómeno comienza a ser analizado y adaptado a las legislaciones de varios países alrededor del mundo, para iniciar seriamente formas para combatirlo y erradicarlo.
En septiembre del año pasado, un hombre de Carolina del Norte fue acusado por fiscales federales porque utilizó Inteligencia Artificial en la producción de miles de canciones (desde el 2017) y por tener bodegas o granjas de ‘bots’ para su difusión, que le permitieron recaudar más de 10 millones de dólares en regalías pagadas por las plataformas de streaming. La decisión judicial se convirtió en el primer caso de fraude de streaming en Estados Unidos que llegó a los tribunales.
La lucha antifraude es cada vez más fuerte y los resultados comienzan a verse. Diversas voces en la industria musical, como ejecutivos de discográficas y editoras, así como también de empresas de servicios de streaming, coinciden en que la disminución en la cantidad promedio de canciones que se subieron diariamente a los DSP (iTunes, Amazon Music, Spotify, Apple Music, Tidal, YouTube Music), es un buen augurio dentro de la problemática.
Por ejemplo, en 2023 se registraron 120.000 pistas diarias a las plataformas y en 2024 esa cifra se redujo a 99.000. Lo que hace pensar en la posibilidad de que las canciones que tienen formas ilegítimas de promoción hayan mermado durante ese periodo.
Hacer y distribuir música es cada vez más fácil. Existe una cantidad de herramientas sin precedentes –incluidas estaciones de trabajo de audio digital fáciles de usar como BandLab y aplicaciones de inteligencia artificial como Suno–, sin embargo, esta facilidad también posibilita a quienes buscan ganar mucho dinero por medio de reproducciones y visualizaciones ficticias.
Estados Unidos se encuentra en la primera línea de todos los esfuerzos para llevar a los delincuentes tecnológicos especialistas en bots ante los jueces. Recientemente, Amazon Music se convirtió en el último servicio de streaming en probar el nuevo plan Streaming 2.0 de Universal Music Group, que está diseñado para ayudar a prevenir las reproducciones artificiales.
De igual manera, los cambios de política de Spotify, anunciados en 2023, para disuadir a distribuidores maliciosos de subir tracks utilizando estrategias fraudulentas para inflar la actividad en las plataformas de streaming, han dado buenos resultados.
Las demandas por fraude en streaming con Inteligencia Artificial no se detendrán en este 2025 y en la guerra contra el consumo falso y artificial también se espera que se desarrollen nuevas barreras de protección, pero el problema es que los expertos en bots siguen evolucionando en sus estrategias.
Un dato importante a tener en cuenta es que el año pasado se reprodujeron 4.9 trillones de streams de audio, sólo en Estados Unidos, y 3.4 trillones en el resto del mundo. Lo que hace que, para los delincuentes, el fraude contra las plataformas digitales sea un negocio sumamente atractivo y, para la industria, un objetivo que debe solucionarse en el corto plazo.